La violencia y la crueldad tienen más fácil
aceptación cuando son gratuitas, cuando su significado se agota en la mera
narración, que cuando abogan por una moral distinta de la dominante; es decir,
son aceptables cuando no empujan a una acción que haga salir al sujeto de sí
mismo, abandonando la contemplación o la masturbación. Igual que la
pornografía, su función es provocar un efecto físico: hacer subir la adrenalina
o lograr la excitación del consumidor. La pornografía, como la violencia, sólo
consigue ofender de verdad si se atreve a enarbolar un discurso moral propio y
se vuelve transformadora. Lo profundamente ofensivo para la sociedad de su
época, y para partes de la nuestra, en libros como La educación de Laura, del
conde de Mirabeau, o Los 120 dias de Sodoma y La filosofía en el tocador del
Marqués de Sade, es que asumen posiciones contra la moral dominante y postulan
una alternativa. Y quizá la fama de Sade sobre todos los demás pornógrafos se
deba a que él realiza de una manera más sistemática que ningún otro esta
inversión moral.
Está claro que no descuidaré nada para
corromperla, para degradarla, para poner patas arriba en ella todos los falsos
principios morales con que la hayan podido aturdir; quiero, en dos lecciones,
volverla tan libertina como yo..., igual de impía..., igual de pervertida»,
dice Madame de Saint-Ange, en La filosofía en el tocador, de la jovencita que
va a visitarla unos momentos más tarde; y lo que sigue a estas palabras no es
sólo una imaginativa y muy variada exhibición de actividades sexuales; el libro
consta tanto de escenas eróticas como de discusiones en las que Sade ataca
rabiosamente la moral de la sociedad en la que vive. Como comenta Safran- ski,
hay en Sade un impulso casi religioso de llegar al mal absoluto para probar su
libertad frente a Dios e incluso frente a la naturaleza.
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La ética de la crueldad. José Ovejero. Anagrama.
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La ética de la crueldad. José Ovejero. Anagrama.
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