jueves, 19 de septiembre de 2019

Paul Auster no entiende los comentarios de Jonathan Franzen


(Carta a J. M. Coetzee)


A principios de junio, unos días antes de marcharnos a Europa, la New York Times Book Review publicó un artículo del novelista norteamericano Jonathan Franzen sobre el septuagésimo aniversario de la publicación de El hombre que amaba a los niños, de Christina Stead. Un artículo nada malo, realmente; en conjunto muy perspicaz y provechoso, pero empezaba con el siguiente párrafo, que encuentro muy extraño: «Existe una serie de razones por las cuales este verano no debe leerse El hombre que amaba a los niños. Es una novela, en primer lugar; ¿y acaso no hemos llegado muy en secreto a una especie de acuerdo, hace uno, dos o tres años, de que las novelas pertenecen a la era de los periódicos y van por el mismo camino que la prensa solo que a mayor velocidad? Como suele decir un viejo amigo mío, profesor de inglés, las novelas constituyen una curiosa cuestión moral, en el sentido de que nos sentimos culpables por no leer más pero también por hacer algo tan frívolo como leerlas; ¿y no nos sentiríamos todos mejor si cargáramos con una culpa menos en este mundo?». 


Franzen ha tenido un éxito enorme por aquí; tanto de crítica como desde el punto de vista comercial. Es un hombre que se ha pasado la vida escribiendo novelas, lo que implicaría, supongo, que cree en la práctica de la lectura de novelas. ¿Por qué lanzar entonces ese ataque contra… sí mismo? El artículo, al fin y al cabo, estaba escrito para una revista semanal dedicada solo a los libros, lo que significa que cualquiera que se moleste en leerlo tiene que estar interesada en la literatura, es necesariamente lectora de libros, no solo de no ficción sino también de novelas: precisamente lo que Franzen le está diciendo es que debe perder ese interés. Me rasco la cabeza, perplejo.


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Aquí y ahora Cartas 2008 2011 - Auster, Paul,Coetzee, J. M. Anagrama y Mondadori.

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