8 de diciembre de 1909
44 Fontenoy Street, Dublín.
Mi dulce putita Nora, he hecho como me lo pediste, muchachita sucia y me hice dos pajas mientras leía tu carta. Me deleita ver que haces como si te cogiera por atrás. Sí, ahora puedo recordar esa noche cuando te cogí por atrás mucho rato. Fue la cogida más sucia que te he dado, querida. Horas y horas mi sexo estuvo duro dentro tuyo, entrando y saliendo de tu trasero vuelto hacia arriba. Sentía tus rollizas nalgas sudorosas bajo mi vientre y veía tu rostro y tus ojos enloquecidos. A cada una de mis arremetidas tu desvergonzada lengua salía de entre tus labios, y si te embestía con mayor fuerza que la usual, gruesos y sucios gases surgían balbuceantes de tu trasero.
Tenías un culo lleno de pedos aquella noche, querida, y con la cogida salieron todos para afuera, gruesos camaradas, otros más ventosos, rápidos y pequeños requiebros alegres y una gran cantidad de peditos sucios que terminaron en un largo chorrear de tu agujero. Es delicioso cogerse a una mujer con pedos cuando cada embestida le saca uno. Estoy seguro que reconocería los pedos de Nora en cualquier parte. Estoy seguro que podría reconocer los de ella en un cuarto lleno de mujeres flatulentas. Es un ruido mucho más juvenil, que en nada se parece a los flatos húmedos que deben poseer las esposas gordas. Es más repentino y seco y sucio como el que imagino haría para divertirse una muchacha desnuda en el dormitorio de la escuela por la noche. Espero que Nora dejará escapar sus gases en mi rostro para que también pueda conocer su olor. Dices que a la vuelta me vas a chupar y quieres que lama tu sexo, pequeña pícara depravada. Espero que alguna vez me sorprendas durmiendo vestido, me asaltes con un destello de puta en tus soñolientos ojos, me desabroches con suavidad, botón por botón en el vuelo de mi trusa, y saques gentilmente la gruesa fusta de tu amante, la escondas en tu boca húmeda y la mames hasta que dura y erectísima acabe en tu boca. Algunas veces también te sorprenderé dormida, levantaré tu camisón y abriré suavemente tus bombachas calientes; suavemente me recostaré y comenzaré a lamer con placidez alrededor de tu sexo. Te agitarás incómoda, entonces lameré los labios del sexo de mi querida. Te pondrás a gruñir y a gemir, a suspirar y pedorrear ávida en tu sueño. Entonces lameré mas rápido, como un perro voraz, hasta que tu sexo sea una masa de suciedad y tu cuerpo un corcoveo salvaje. ¡Buenas noches, mi pequeña Nora pedorra, mi sucia pajarita cogedora! Hay una palabra amable, querida que subrayaste para que me masturbara mejor. Escríbeme más acerca de eso y de ti misma, dulcemente, totalmente sucia, totalmente sucia. JIM
Cartas de amor a Nora Barnacle. James Joyce. Editorial Leviatán / http://elaleph.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario