Nació con la propia estructura de la novela, en el primer borrador. No sé si había otra manera de contar esta historia que hacerlo desde distintos puntos de todo el mundo, porque justamente se trata de la conexión con los demás, o la desconexión. Y de lo distintos e iguales que son “los demás” alrededor de todo el mundo. He viajado a lugares insólitos, como pequeños pueblos en China, o una comunidad indígena en la Selva Lacandona, o el aeropuerto de Qatar. La primera impresión es desconcertante, uno piensa “esto es otro mundo”. Pero en cuanto empezás a interactuar con los otros te das cuenta lo iguales que somos. Y un segundo después volvés a sentir un extrañamiento fuertísimo. Me encanta ese salto, ese reconocerse y no reconocerse en otro que viene de una historia y una cultura absolutamente opuesta a la tuya. Pero hay algo curioso con la tecnología, y es que, no importa de qué mundo vengas, la tecnología empezó para todos al mismo tiempo, y nos tocó a todos más o menos de la misma manera. Podría ser nuestro idioma universal, pero seguimos usándolo como una burbuja, para ver nuestro entorno más cercano o como espejo de nosotros mismos.
Fuente:
Entrevista en Letras libres,
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