miércoles, 5 de febrero de 2020

Hermann Hesse dice no ser un hombre poco sociable..

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...no soy, en realidad, un hombre poco sociable. Me gusta tratar con los niños, con los campesinos, con la gente de mar, etcétera, y siempre se me puede encontrar empinando el codo en las tabernas de marineros. Pero siento un horror enorme ante esos lugares a los que se accede con guantes blancos o palabras selectas y, desde hace dos años, me mantengo estrictamente alejado de toda «vida social». Durante la semana trabajo en una pequeña librería de viejo; por las noches leo o juego al billar, y los domingos me pierdo en alguna que otra montaña o valle, siempre en solitario. Me acostumbré a ciertos caprichos literarios ocasionales, pero como cosa secundaria.
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Hasta ahora me he librado totalmente de cualquier éxito literario. Mis libritos yacen en las casas editoras, empaquetados en hatillos. Eso me molestó en alguna que otra ocasión, pero jamás enturbió mi alma, porque sé bien que soy un tipo raro que nada tiene que decir al mundo. Para convertirme en folletinista soy en parte demasiado torpe, en parte demasiado orgulloso y, en parte también, demasiado perezoso. La creación, para mí, es siempre goce, nunca trabajo. No obstante, de vez en cuando tengo que hacer cosas de ese tipo para ganarme la vida.
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Olvidé decir que, en mi insociabilidad, hago siempre una excepción con los artistas plásticos (pintores y arquitectos). En sus talleres, donde huele a pintura y a trabajo creativo, donde cuelgan los planos o las carpetas con estudios,[33] me siento siempre a gusto. Por el contrario, tengo cierta aversión por los literatos, los actores y los músicos. Los pintores hablan siempre de la naturaleza; los demás, únicamente de sus obras o de algún que otro colega al que envidian.


*En el libro mencionan: "La correspondencia de Hermann Hesse con Stefan Zweig se extendió por un periodo de treinta y cinco años —a pesar de las reservas del primero a tratar con escritores—, hasta la muerte de este último en 1942. A través de estas cartas, el lector asistirá a la construcción de un pensamiento común entre estos dos grandes autores, comprometidos con la inequívoca defensa de la razón, del bien y de la humanidad en una época turbulenta, confirmando que no hay estética que pueda existir sin el armazón de un pensamiento ético que la sustente".

Fuente:
Zweig Stefan Y Hesse Hermann - Correspondencia. Acantilado. 

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