martes, 17 de diciembre de 2019

Fondo de cultura lejano

“Veo a mi ciudad con ojos de extranjero” Marcel Schwob.

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 *Cualquier corrección es bienvenida. Se ampliará. 

¿Debo llamar a esto columna o crónica? Quizá ninguno de los dos. Me limito a contar, que definan otros.  Me encuentro esperando el bus en Balzar 16 y Pedro Pablo Gomez, tal como se alcanza a leer en un letrero verde pegado en la casa de la esquina. Voy tarde respecto a la hora pactada, a las 5 era la apertura del Fondo de Cultura Económica Miguel Donoso Pareja en Manzana 14.  Son las 6. Para ese momento tengo altas expectativas sobre el encuentro. La 120A me lleva a un recorrido lleno de carteles sobre motores y aires acondicionados. La música que suena es la de Juan Gabriel y en ciertas partes de la ciudad hay un olor nauseabundo. Me cuestiono sobre un colegio llamado Rey David, pretende enseñar valores cristianos; he escuchado demasiado sobre colegios que con ciertas nociones rígidas.  Estoy a punto de adentrarme en otro contexto rígido: Universidad de las Artes. No, para eso falta. Los libros negros y rojos de la editorial tienden a ver el pasado, son tochos enormes especializados. Me pregunto cuántos de los que los compran los terminan de leer; me distraigo con la idea detrás del consumo de los textos.  

Bajo por la avenida Quito y Alcedo, lo más cercano que me puede dejar el bus.  Pregunto a un policía por un bus que me lleve al Malecón 2000. Parece que ninguno está pasando por ahí. Toca caminar y voy descubriendo la agitación de las fechas. No suele ser mi horario habitual de caza de libros, la inauguración lo amerita. También es algo con otro significado, voy con la intención de escribir lo que ahora leen. Debía tener una excusa mayor que libros a 30% de descuento.

Las calles cercanas se comienzan a llenar de luces y figuras alusivas a las fechas navideñas. No me distraigo más y me apuro, ¡hasta presentación hubo! No había reflexionado sobre ello. Sí, es una inauguración y me imaginaba solo un lazo abriendo la tienda. Esa cosa es una muy pequeña caja de cristal dentro de ese edificio. Mi primer acercamiento es al estante de rebajas donde destacará la colección Brevarias. Resaltan libros a 5 dólares y Librillos que se venden a un dólar; no son tocados por nadie durante mi estancia, según mis ojos.  También aparece un Marcel Schwob que terminaré comprando.

Me encuentro sudado, no quiero tocar ni ser tocado por nadie. Seguro es el olor a rancio. Veo caras conocidas de otros eventos con libros, solo conocidas. Con el pasar de los segundos apruebo solo indagar en los espacios menos concurridos. Las conversaciones sobre títulos o autores son esperables, también sobre el precio. Muchos quieren saber a cuánto le saldrá tal libro. Resulta que en los del F.C.E si hay descuento, en otras editoriales no. Paco Ignacio Taibo II se pasea por el lugar, es tan carismático como en los videos en los que lo he visto. Un gran acierto que esté delante del gran buque. No cruzo palabras ni miradas, solo mi atención al ver a un animal en su habitad natural. 

Leeré luego sus palabras recogidas por diario El Comercio:
"El precio de los libros en Ecuador es insufrible, vamos a reducir más los precios de nuestras librerías (aquí), en un 50 o un 60%, estamos firmando convenios para reducir el costo del transporte". Parece ser que se dio la buena labor de investigar o al menos le comentaron bien. Felicidad sería ver a Ecuador producir los libros de editoriales extranjeras. Aunque muchas de ellas tienen a Colombia para eso.  

Ordena más rebajas a pequeños libritos, ahora costarán 50 ctvs. Igual dudo que alguien esté interesado en esos; hay poco interés en folletines que parecen hechos con mala gana. El lugar se vuelve sofocante y mi maleta choca con muchas personas. Me quedaré hasta el final. Ahí podré pasearme con la libertad merecida. La selección de textos es amplia, destaca ver algunos libros que vi en el stand de la dichosa editorial en la Filgye. Esta vez no están en la sección de rebaja. Los grandes libros negros de la editorial siguen teniendo precios exorbitantes.  Me mantendré sujeto a las palabras del bonachón, un día costarán 20 dólares o menos. Cerca mío un hombre le interroga a una profesora chilena sobre la situación del país, cuál es su posición, a lo que ella responde: “No soy adivina, soy chilena”, y la discusión continúa.

Me intereso por la publicación  “Tangente”, se encuentra el número 4 y 5. Me encanta como ha sido la edición. Inesperada. Una vez cazada continúo. Tengo planeado desde ese momento acercarme en futuras ocasiones de descuento. Por políticas impulsadas por el propio Taibo, siempre habrá descuento. La mayoría de títulos tienen precios que no podría permitirse la mayoría de ciudadanos, por lo que esa iniciativa es una garantía y compromiso de buscar que todos los públicos se acerquen. Teniendo en cuenta que está emparentada con la universidad pública aún más la noción de “lectura para todos” debe estar presente.

Por ahora me persigue la inquietud estética por el espacio, me encantan las librerías amplias en las que puedo pasear a mis anchas.  No creo que esté entre futuros planeas expandir el lugar, pero para lo que ofrece es más que suficiente.

Los otros textos que terminaré seleccionando son:
“La ingeniería genética, la nueva biotecnología y la era genómica” de Francisco Xavier Soberón Mainero.
“¿Existe el método científico?” de Ruy Pérez Tamayo.
Me ha despertado un repentino interés por explorar la ciencia. Ecuador no es un lugar donde se la produzca o evidencia con frecuencia.

De camino a casa, por la falta de buses, me tocará bajar calle tras calle. Las parejas se multiplican y a veces la luz no es amiga de ninguno, suerte para esos.  La preocupación es poca mientras exista gente. Daré a una calle  por donde pasa la 61; “¿lleva a la estatal?” pregunto, y así ya sé que es la ruta adecuada. Deben ser casi las 8 guiándome por la poca luz.  Los aguateros se suben de forma intempestiva. Y luego otros vendedores ambulantes: “coco, tomate, cebolla; llévele el mango”, luego “chabelita a 50 ctvs”. Para cuando nos alejamos de lo considerado centro, otra vez silencios hay.

Me quedo con la experiencia de estar en una librería intuitiva, que te invita a acercarte a los libros, explorarlos. Para nada una experiencia que ves en Librería Española o Mr. Books, ahí los carteles tienen el claro indicador de “aquí buscar”, son hasta más amenazantes. Habrá detractores de esta idea romántica, y también me pongo de su parte, la mayoría a perdido el interés en el recorrido. Como último deseo, quisiera que la sección de divulgación no estuviese para ser saludada por mis pies y piernas.




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