-(La novela Mandibula)
Le debe a Bataille y a muchos otros escritores que reflexionaron sobre lo abisal en el sexo y en las relaciones humanas. Creo que, sobre todo, la novela le debe mucho a la poesía, que es lo abisal por antonomasia, al menos para mí. Escribo siempre impelida por un instinto poético, no puedo narrar de otra forma, así que Mandíbula empezó a gestarse en mi cabeza a través de ese instinto: tenía en mi cabeza cocodrilos, volcanes, paisajes del miedo y en donde surgen pasiones muy grandes. Escribí desde esas intuiciones.
-Soy una adicta al miedo. Me encanta el cine de horror y me gusta muchísimo la literatura de horror. Lo que me ha deslumbrado del mundo de las creepypastas es el cruce de formatos y de actividades que se gestan alrededor de estas historias: vídeos, imágenes photoshopeadas, canciones, fanarts, grupos en Facebook, etc. Y también que, al contrario de lo que muchos piensan, hay muy buenas creepypastas rondando por la red. Historias bien escritas y que te dejan los pelos de punta. Tengo que admitir que me gusta que la literatura me arrastre por fuera de mis propios límites. Me siento atraída hacia ese caos y descontrol porque es allí en donde encuentro a la escritura en toda su potencia y desnudez. En la literatura me permito ser salvaje, cosa que no puedo hacer en otros momentos.
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