martes, 22 de octubre de 2019

50 años de la trágica muerte de Jack Kerouac, el vividor indómito que alumbró el movimiento Beatnik

Texto de Nacho Serrano

Jean-Louis (Jack) Kerouac creó una nueva mitología para unos Estados Unidos que quizá echaban de menos a sus viejos llaneros solitarios, esos antihéroes que surcaban el país de lado a lado en busca de aventuras sin mirar atrás. Él quiso ser uno de ellos, y convirtió su propia vida en una constante experiencia iniciática digna de novela, que con el paso de los años, mermó su salud hasta que frenó su cabalgada en seco el 21 de octubre de 1969.
Aquel día, Kerouac murió a los 47 años de edad como consecuencia de una hemorragia interna causada por la cirrosis que padecía por su alcoholismo irredento. Había pasado años consumiendo drogas y bebiendo como si no hubiera un mañana, a veces recibiendo palizas en antros de mala muerte, como suele ocurrirle a los borrachuzos sin remedio. Y aunque él no se lo esperara, la factura llegó. Estaba escribiendo cuando de pronto, las varices esofágicas que tenía estallaron y empezó a vomitar sangre con violencia. Fue trasladado a un hospital de Florida, donde recibió once litros y medio de transfusiones, pero el tremendo daño sufrido por su hígado impidió la coagulación de la sangre y los doctores que le operaron fueron incapaces de salvar su vida.

Tres días después, su cuerpo yacía en la Casa Funeraria Archambault, en Lowell, la pequeña localidad de Massachusetts donde Kerouac nació el 12 de marzo de 1922 en el seno de una humilde familia francófona canadiense. Medio siglo después, esa misma funeraria organiza un acto especial de homenaje al escritor, que contará con el Reverendo Steve Edington y Jim Sampas, actual responsable del legado literario de Kerouac, y hará un recorrido desde la iglesia San Juan Bautista hasta el local The Old Worthen Tavern, que solía ser frecuentado por el escritor. Hoy, será la última sede de este tributo que celebrará su agitadísima vida.

Durante su funeral, hace hoy medio siglo, el escritor Allen Ginsberg, otro de los fundadores beat y de la contracultura estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial, leyó algunos de los poemas que Kerouac incluyó en «Mexico City Blues», una colección publicada en 1959 inspirada en ritmo de jazz. «Esto es exactamente lo que él quería. Escuchen», dijo Ginsberg, quien murió en 1997 a los 70 años debido a un cáncer de hígado. Después tomó la palabra el sacerdote Morissette, de la iglesia St. Jean Baptiste de Lowell: «Jack Kerouac personificó algo de la búsqueda del hombre por la libertad. Siempre rechazó ser encasillado por la mezquindad del mundo. Tenía lo que Allen Ginsberg llamó la 'exquisita honestidad', los arrestos de expresar y vivir sus ideas. Y ahora, está de nuevo en el camino, siguiendo adelante».

Morissette hacía referencia a la obra más influyente de Kerouac, «On the Road» (traducida al español como «En el camino»), que recoge sus vivencias en una serie de viajes que hizo entre 1947 y 1950 a lo largo de Estados Unidos con su amigo y también escritor Neal Cassady. El libro, la segunda novela de Kerouac y que muchos consideran la «biblia» de la Generación Beat, está protagonizado por personajes que representan a los principales autores del movimiento: William Burroughs, Allen Ginsberg y Neal Cassady, además del propio Kerouac, que ejerce de narrador. Kerouac reconoció en una entrevista publicada en The Paris Review un año antes de su muerte, que la inspiración para el estilo «espontáneo» de «On the Road» fue un hallazgo accidental, fruto de la correspondencia que mantenía con Cassady.






Tras publicar su primera novela, «The Town and the City» (1950), con poco éxito, Kerouac tenía problemas para dar forma al contenido de las libretas llenas de anotaciones escritas durante sus viajes por carretera que inició en 1947. «Me vino la idea del estilo espontáneo de 'On the Road' al ver lo bien que Neal Cassady me escribió cartas, todas en primera persona, rápido, disparatado, confesional, completamente serio, todo detallado, con nombres reales en su caso, sin embargo (siendo cartas). También recordé la advertencia de Goethe, es decir la profecía de Goethe que el futuro de la literatura Occidental sería de naturaleza confesional; también Dostoyevsky profetizó lo mismo», dijo el autor.


Kerouac calificó las cartas de Cassady, la principal de 40.000 palabras -«toda una novela corta», como «el mejor escrito que nunca había visto, mejor que nadie en Estados Unidos, o al menos lo suficiente para que Melville, Twain, Dreiser, Wolfe, quien sea, se revuelvan en sus tumbas». Esa carta fundamental de Cassady tiene su propia historia. Kerouac contó que se la prestó a Ginsberg para que la leyera. Y el «poeta maldito» de la Generación Beat se la prestó a «un tipo llamado Gerd Stern que vivía en una casa flotante en Sausalito, California, y este tipo perdió la carta». En realidad, Ginsberg envió la carta de Cassady a la editorial Golden Goose Press, donde permaneció olvidada hasta que fue descubierta y subastada finalmente en 2017 tras un acuerdo entre los herederos de Kerouac y Cassady.

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